viernes, 13 de marzo de 2009
El País de los pozos (Autor desconocido)
Erase una vez, el país de los pozos. Cualquier visitante extraño que llegara a aquel país, no vería más que pozos; grandes, pequeños, feos, hermosos, ricos, pobres... Alrededor de los pozos no se veía vegetación; la tierra estaba reseca.
Los pozos hablaban entre si, pero a distancia; siempre habia tierra de por medio. En realidad, lo único que hablaba era el brocal, lo que se ve a ras de tierra. Y daba la impresión de que al hablar, sonaba hueco. Porque claro, procedía de lugares huecos... Como el brocal estaba hueco, en los pozos se producía una sensación de vacío, vértigo, ansiedad... Y cada uno tendía a llenarlo como podía; con cosas, ruidos, sensaciones raras y hasta con libros y sabiduría...
Entre los pozos los había con un gran brocal en el que cabían muchas cosas. Las cosas pasaban de moda; entonces los pozos las cambiaban y continuamente estaban llenando el brocal con cosas nuevas, diferentes... Y quien más tenía, era más respetado y admirado... Pero en el fondo, no estaban nunca a dusto con lo que tenían. El brocal estaba siempre reseco y sediento...
¿He dicho "en el fondo"? Bueno si; la mayoría, a través de los entresijos que dejaban las cosas, percibían en su interior algo misterioso... Sus dedos rozaban en ocaciones el agua del fondo. Ante aquella sensación tan rara, unos sintieron miedo y procuraron no volver a sentirla; encontraban tanta dificultad a causa de las cosas que abarrotaban el brocal, que se rindieron pronto y optaron por olvidar aquello que había "en el fondo"...
También se hablaba (en la superficie), de aquellas "experiencias profundas" que muschos tenían... Pero había quien se reía (bastantes) y decía que todo eso era ilusiones...; que no había más realidad que el brocal y las cosas que entraban en el hueco.
Pero hubo alguno que empezó a mirar hacia adentro... y entusiasmado con aquella sensación que experimentaba en su profundidad, trató de calar más hondo. Como las cosas que había ido acumulando le molestaban prefirió deshacerse de ellas y las arrojo fuera de si. Y el ruido lo fue eliminando, hasta quedarse en silencio. Entonces, en el silencio del brocal, oyó el burbujear del agua allá abajo... Y sintió una paz enorme, una paz viva, que venía de la profundidad. Y ya no eran solo sus manos, sino los brazos y ... todo el pozo, el que se refrescaba y saciaba su sed en el agua.
Entonces el pozo experimentó que "aquello" justamente, era su razón de ser; allí, en el fondo, se sentía él mismo. Hasta entonces había creído que el ser pozo, era tener un brocal muy rico y adornado, bien lleno de cosas.
Y así, mientras otros pozos trataban de agrandar su brocal, para que el hueco fuese mayor y cupiesen más cosas, éste, buceando en su interior, descubría que lo mejor de si mismo estaba en la profundidad y que era "más pozo" cuanto más profundidad tenía... Feliz por su descubrimiento, intentó comunicarlo, y comenzó a sacar agua de su interior, y el agua, al salir afuera, refrescaba a la tierra reseca y la hacía fértil y pronto brotaron flores alrededor del pozo.
La noticia cundió en seguida. Las Reacciones fueron muy variadas: unos se mostraron escépticos ante el descubrimiento; otros sintieron la nostalgia de algo que, en el fondo, también ellos percibían. Otros despreciaron aquel "alarde de poesía", como lo llamaron. Hubo a quien le pareció una pérdida de tiempo, aquel alarde de sacar agua de su interior... Y la mayoría optó por no hacer caso, pues la verdad es que estaban muy ocupados rellenando de cosas el brocal y se habían acostumbrado a la satisfacción que el tener les producía y se sentían a gusto en el ruido y estaban contentos con las sensaciones que experimentaban desde afuera...
Sin embargo, algunos intentaron la experiencia y tras librarse de las cosas que los rellenaban, encontraron también el agua en su interior. A partir de entonces, las sorpresas para ellos fueron en aumento; comprobaron que, por más agua que sacaban de su interior para esparcirla en torno suyo, no se vaciaban, sino que se sentían más frescos, renovados... Y, al seguir profundizando en su interior, descubrieron que todos los pozos estaban unidos, por aquello mismo que era su razón de ser: el agua.
Así comenzó una comunicación "a fondo" entre ellos; porque las paredes del pozo dejaron de ser límites infranqueables. Se comunicaban "en profundidad", sin importarles como era el brocal de uno o de otro, ya que eso era superficial y no influía en lo que había en el fondo. Eso sí, en cada pozo el agua adquiría un sabor, incluso unas propiedades distintas; era lo característico del pozo.
Pero el descubrimiento más sensacional vino después; cuando los pozos ya vivían en su profundidad, llegaron a la conclusión de que el agua que les daba la vida no nacía allí mismo, en cada uno; sino que venía para todos desde un mismo lugar... y bucearon siguiendo la corriente de agua...
y descubrieron... El manantial.
El manantial estaba allá lejos, en la gran Montaña que dominaba el País de los Pozos; apenas alguien percibía su presencia, pero estaba allí, majestuosa, serena, pacífica...y con el secreto de la vida en su interior.
La Montaña había estado siempre allí; unas veces apenas visible, entre brumas; otras veces radiante; pero siempre vigilante y dándose cuenta de todo lo que ocurría en torno suyo... Pero los pozos habían estado muy ocupados adornando su brocal y apenas se habían molestado en mirar a la montaña. Ella también había estado siempre aquí, en la profundidad de cada uno, porque su manantial llegaba hasta ellos, haciendo que fueran pozos.
Desde entonces, los pozos que habían descubireto su ser, se esforzaban en agrandar su interior y aumentar su profundidad, para que el manantial pudiera llegar con facilidad hasta ellos... Y el agua que sacaban de sí mismos, hacía que la tierra fuera embelleciéndose y transformaba el paisaje...
Mientras, allá afuera, en la superficie, la mayoría seguían ocupados en limpiar su brocal y en tener cada vez más cosas...
Reflexión: (Randy)
¿Por qué se nos hace tan difícil descubrir nuestro "yo" interior? Tal vez es miedo a encontrarse con lo más que uno mismo critica. Todos tenemos un propósito y una razón de ser. Si no nos atrevemos a talar en lo más profundo de nuestro corazón para descubrir lo que tenemos en nuestro interior, en nuestra persona y espíritu, sin dejarnos dominar por lo que piensen los demás, (examinándolo todo pero reteniendo lo bueno), nunca vamos a sentirnos realizados.
Tenemos que aprender que cuidarse superficialmente es bueno, pero no lo es todo. Hay que tener una balanza con más peso e importancia hacia cuidar nuestro interior, tanto físico (ejercicio, velar lo que consumimos) como espiritual (cuidar nuestros sentidos, mente saludable, corazón saludable). Nuestro interior es lo que nos define y nos va ayudar (o des-ayudar) a reaccionar, aportar, servir y ser la persona que somos. Lo superficial nos complementa, pero no nos llena por completo.
El pozo descubrió su propósito y se lleno de agua viva y refrescante al atreverse vaciarse de si mismo, de sus lujos sin sentido, del miedo, del materialismo y el egoísmo. Rompió las barreras y los esquemas que lo ataban, allí pudo encontrar el agua del manantial en la montaña. El pozo se atrevió a soñar. Y no tan solo a soñar, sino también a reaccionar para traer su sueño al plano del aquí y del ahora y alcanzar la felicidad.
Si nosotros sacamos todo lo que nos ata, nuestros vicios, miedos, prioridades mal establecidas, egoísmo y vaciáramos nuestro "yo" para llenarlo de amor, paz, benignidad, perdón, mansedumbre, templanza, sabiduría, esperanza, fuerza, fortaleza, dedicación, disposición y disponibilidad, seríamos personas de propósito. Entonces nuestro entorno cambiaría. Porque cuando nustra manera de pensar cambia, todo cambia.
Entonces nuestra tierra será fértil. La grama alrededor se pondrá verde y echará flores. Después de tanto esfuerzo veremos el fruto y disfrutaremos de él. Nuestro ser se sentiraá lleno y viviremos felices. Y si todos lo hacemos seremos unidos por la corriente mós bella de agua viva que existe en el universo: el amor.
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